Por qué «La isla del tesoro» sigue siendo la mejor novela de aventuras de la historia.

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De N.C. Wyeth – Beinecke Library, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1702606

 

Estos días he concluido la lectura de «La isla del tesoro», de Robert Louis Stevenson. Hacía mucho que la tenía en espera, mirándome con ojos tristones desde la misma columna de libros por leer que «París era una fiesta», «Cuentos de la Alhambra» o «El Corsario Negro». Pues bien, esa columna hoy es un libro más pequeña.

Y qué libro. Busquéis la lista que busquéis, «La isla del tesoro» está considerada como la mejor novela de aventuras de la historia, sólo puesta en duda por otras joyas de la emoción como «Los tres mosqueteros» o «Las minas del rey Salomón». ¿Y qué virtudes tiene este libro para haber sobrevivido durante tanto tiempo y seguir imbatido? ¿De verdad es tan increíble?

Publicada por entregas entre 1881 y 1882, y posteriormente como libro un año después, «La isla del tesoro» se basa en un esbozo de historia planteado al autor por su propia familia, durante un verano de retiro en Escocia, en 1881. Como consecuencia del mal tiempo, que no permitía grandes diversiones, los Stevenson empezaron a juntarse cada día en su bucólica casita de campo y a construir una narración de manera conjunta. Cada uno tenía quince minutos para escribir lo que le pareciera y luego se lo pasaba al siguiente. Lloyd Osbourne, el joven hijastro del escritor, que contaba doce años, ideó una isla desierta a donde habían llegado los protagonistas del relato compartido, y así fue como empezó todo. Stevenson vio cómo su imaginación se disparaba al contemplar las acuarelas del muchacho, y empezó a darle nombre a todo cuanto veía: la Isla del Esqueleto, el Cerro del Catalejo, las tres cruces que marcaban la localización de un tesoro enterrado… A partir de esa chispa, el escritor no pudo detenerse, y desde entonces escribió un capítulo cada día hasta completar la obra (salvo un breve parón cuando quedó sin ideas). Era como si la historia hubiera estado en su cabeza desde el principio. Sólo necesitaba un pequeño empujoncito para sacarla afuera.

Pero que esta rapidez en la escritura no os lleve a engaño: «La isla del tesoro» es la definición de la novela de aventuras, el criterio por el que se rigen todas las demás. Allí están los elementos más característicos: lugares exóticos, batallas a vida o muerte, el sueño de hacerse rico, barcos de vela, malos malísimos que no temen quitar la vida a cualquiera, hombres honrados y caballerosos, y un joven que aún no tiene muy claro a qué dedicarse, pero que anhela viajar.

El protagonista y narrador es Jim Hawkins, un chaval que vive con sus padres en una taberna marinera, de nombre «Almirante Benbow». Cuando llegue hasta sus manos el mapa del mítico tesoro del capitán Flint, su vida tranquila va a terminar para siempre, lanzándolo a la inesperada (pero secretamente anhelada) emoción de la aventura. Y así el paso hasta la madurez estará salpicada de carreras, duelos, disparos y cañonazos, siempre con la vida en juego, como no puede ser de otra forma.

Pero el personaje más increíble de esta historia es John Silver el Largo, taimado y manipulador pirata que en tiempos perteneció a la tripulación del capitán Flint y ahora intenta recuperar su tesoro. O más bien intenta que otros lo recuperen por él, ya que la pérdida de una pierna y su sustitución por un madero no le permite demasiada actividad. Pero tranquilos, que Silver demostrará ser un prodigio controlando la voluntad de los otros marineros, jugando con las lealtades y las confianzas, hasta un final realmente apoteósico. Puede que Hawkins sea el protagonista, pero Silver se come la historia con patatas, notándose su influencia incluso en los momentos en que no aparece, como en la primera parte.

El ahijado de Stevenson dijo que le encantaba la idea de que él escribiera una novela basada en su mapa, y añadió: «Oh, sí… que cuente quién enterró el tesoro, o por qué se llama la Isla del Esqueleto». Curiosamente, apenas se ahonda en esos detalles, y Flint no pasa de ser una presencia borrosa cuyo pasado apenas importa. La isla es un símbolo, una tentación constante para hacerse rico pero que, a cambio, exige el alma como pago. Todos aquéllos que se han embarcado para hacerse con él acaban muertos, locos o destruidos, física o emocionalmente. ¿Acaso estos navegantes serán una excepción?

Lo que sí logró Stevenson es cambiar para siempre nuestra concepción de los piratas: la imagen del enorme sombrero, la pata de palo y el loro en el hombro es una invención suya. La búsqueda de un tesoro enterrado, gracias a un mapa que señala la ubicación con una X, también fue creación de este hombre.

Y no sólo eso: en 1885, Henry Rider Haggard apostó con su hermano a que podía escribir una novela mejor que «La isla del tesoro», y entregó al mundo una maravilla como «Las minas del rey Salomón». ¿Lo consiguió? Desconozco lo que ellos decidieron acerca de qué Haggard había ganado la apuesta, pero desde luego los expertos no han conseguido ponerse de acuerdo en este sentido.

En cuanto a mí, he disfrutado como un niño pequeño con «La isla del tesoro». Por unos días yo también he sido Jim Hawkins, igual que él me he embarcado hacia el final del mundo en busca de un tesoro, y de la misma manera he intentado parecerme a los hombres más nobles que he conocido, aunque la presencia de John Silver siempre está ahí, buscando nuevos marineros a los que arrastrar a la vida pirata.

Como en la vida misma.

Moraleja:

Si una novela sigue siendo considerada como la mejor de la historia en su género, 134 años después, por algo será.

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De Robert Louis Stevenson – Original source: Beidecke Library. Transferido desde cs.wikipedia a Commons por Sevela.p usando CommonsHelper., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=31671838

6 comentarios en “Por qué «La isla del tesoro» sigue siendo la mejor novela de aventuras de la historia.

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