Galeras nilidias: Carta de amor a un editor valiosísimo.

Introducción a la edición de 1980 de «Galeras nilidias», escrita por Paula Raymond (1924 – 2003), nieta de Farnsworth Wright, editor original de la obra:

«Con la fatídica conversación entre la bruja Anofis y el sultán Süleyman, que determina el final de este último, concluyó la primera parte del serial «Galeras nilidias», publicado en la revista Weird Tales a lo largo de 1930 por el periodista, historiador y activista pro-independencia de Nilidia Allan Walker, bajo el seudónimo de Hassan Tamuey (en honor de uno de los protagonistas de la narración).

Mi abuelo, Farnsworth Wright, tuvo el gran honor de editar este serial para la revista, igual que hizo con obras significativas de escritores tan reputados hoy en día como Robert Ervin Howard o Howard Phillips Lovecraft. Él supo identificar el genio en todos esos hombres y mostrárselo al mundo, y gracias a eso pudimos disfrutar de algunas de las historias más impresionantes de la literatura americana de este siglo. Mi abuelo contaba que conoció a Walker una noche de 1928 en Nueva York, durante una conferencia que daba el historiador acerca de los mitos y leyendas nilidios. Le pareció, según sus propias palabras, «un hombre extremadamente pequeño que contaba unas historias preciosas». Esa noche mi abuelo me explicó la leyenda de la dama Escila, que luchó por expulsar de su tierra al Imperio otomano y logró construir una nación, aun a costa de su propia vida.

Dos años después, Allan Walker estaba escribiendo eso mismo para Weird Tales. Mi abuelo había conseguido uno de los mayores logros de su carrera.

«Galeras nilidias» fue uno de los seriales más extensos, complejos y mejor recibidos de la historia de la revista. A esta primera parte, que ahora reedita en tomo Editorial Ebediyet, continuaron la aventura en solitario de El Leopardo de las Nieves (en la que se infiltraba en el archipiélago de Pago e intentaba asesinar a la nueva reina Viena de Gathol), el descubrimiento por parte del anatomista Andrés Vesalio de los tres anillos concéntricos en el núcleo mismo de las islas (con las referencias atlantes que eso conllevaba) o el viaje iniciático de la dama Escila a la vecina tierra de Nilidia (donde pretendía hallar al desaparecido esclavo Abbas y se revelaban datos fundamentales acerca del origen de ambos). Pero sin duda ninguna saga fue tan especial ni tuvo tanto éxito como «La caída de la Atlántida», que apareció publicada en 1932 (a partir de las notas halladas en el domicilio de Allan Walker) y presentaba la última batalla de los corsarios de Pago, aquélla en la que el sultán Süleyman y su hijo Selim pretendían arrasar por completo esas islas problemáticas, aplastando cualquier intento de liberación. De tamaña gesta provenía la antigua leyenda de la dama Escila, que entronca con la historia real del final de la piratería en las islas de Pago y la formación de la nación de Nilidia, de la que Escila se considera matriarca.

Allan Walker era un gran conocedor de la cultura nilidia que, sin embargo, en ningún momento se jactaba de sus vastos conocimientos. Más bien al contrario, su pasión era narrar la Historia de una forma amena, para que cualquier individuo llano pudiera tenerla a su alcance. Por eso creyó, en aquel entonces, que ningún medio había mejor de contar el pasado que con un serial de aventuras. Y muchos han opinado lo mismo en tiempos sucesivos, ya que «Galeras nilidias» ha sido reeditado en numerosas ocasiones desde entonces, y sirvió como base para el serial radiofónico del mismo nombre (que estuvo en el aire desde 1934) y para el serial cinematográfico «La mujer pirata de los mares nilidios» (estrenado en 1940 y protagonizado por Buster Crabbe como el rey emperador Danaga y Julie Bishop como Escila).

Existe una leyenda acerca de Weird Tales, repetida hasta la saciedad. Muchos afirman que fue Robert E. Howard quien contó a Allan Walker la historia de Gottfried von Kalmbach, más conocido como Gombuk, Caballero de la Orden de Malta que, durante la batalla de Mohács (1526), había logrado cruzar armas con el mismísimo Süleyman e incluso provocarle una herida en el hombro de la que se quejaría toda la vida. Gombuk y el sultán otomano volverían a encontrarse en el sitio de Viena (1529), para luego arreglar cuentas finalmente en esta batalla del archipiélago de Pago (1564), cuando el germano había obtenido ya una corona por derecho propio e intentaba criar a su hija en paz (bautizada, como no podía ser de otra forma, Viena, pues la habían concebido tras los muros de esa asediada ciudad). Walker quedó impresionado con la manera en que ambos escritores habían estado trabajando sobre el mismo material, sin saberlo, y no pudo resistir la tentación de dejarlo entrever en el capítulo final de esta historia. Volvería sobre ello, con mucho más lujo de detalles, en «La caída de la Atlántida», cuando el dios Dagón, en respuesta a las plegarias de la dama Escila, resucita al rey emperador Danaga para que éste pueda obtener su venganza por la muerte de su amada esposa, la temida espadachina Sonya.

Pero éste es un tema sobre el que no conviene hablar ahora. Si nunca has leído estas historias, te aseguro que lo mejor queda aún por venir, y Editorial Ebediyet ya ultima su próxima publicación, para que las maravillas de las revistas pulp puedan estar de nuevo al alcance de todos, como siempre fue su pretensión. Allan Walker falleció en la guerra de liberación de Nilidia en 1930, Robert E. Howard se disparó en la cabeza en el 36, y mi abuelo abandonó el cargo de editor en el 40 debido a la terrible enfermedad de Parkison que padecía, y que fue la causa de su muerte ese mismo año, pero su trabajo, su genio y su creatividad vivirán por siempre.

Disfrutadlo. La aventura lo merece. Escila luchaba para construir un mundo nuevo, y los pioneros del pulp hacían exactamente lo mismo. El mejor homenaje que se merecen todos ellos, medio siglo después de su publicación original, es que una nueva generación de lectores pueda soñar y sentirse niños a través de estas locas aventuras.

Paula Raymond.

Los Ángeles, 1980».

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