¿Pero es que tengo que ver todo todo todo lo que hace Marvel para enterarme de algo?

Este viernes se estrena en España The Marvels, la última producción del Universo Cinematográfico de Marvel, que continúa los hechos narrados en las películas Capitana Marvel y Vengadores: Endgame, y las series Ms. Marvel, Wandavision e Invasión secreta. Ante esto, surgen voces airadas en las redes: ¿de verdad hace falta ver todo eso para enterarse de la historia de The Marvels? ¿Es que ya no se pueden hacer películas sencillas y unitarias como en la Fase 1?

La respuesta a la primera pregunta es y a la segunda es no, y tiene sentido por la propia complejidad del Universo Marvel. Desde el comienzo, Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko plantearon una serie de historias que transcurrían en el mismo lugar, por lo que personajes de series distintas podían encontrarse sin problemas. La Nueva York de los Cuatro Fantásticos es la misma de Spiderman, y de hecho el arácnido intentaba unirse a los 4 F ya en The Amazing Spiderman 1, cómic de 1962; Hulk se asomaba a Fantastic Four 12 ese mismo año; y ya en esta primera época habían regresado de la muerte algunos de los más famosos personajes de los años 40, como el Capitán América y Namor, el Hombre Submarino. Y hacía falta leer todo eso para enterarse de algo, porque la aventura vivida entre ellos contaba en su historial y, de hecho, solían referirse a ella en momentos posteriores —«Ah, Spiderman, me alegro de verte. No habíamos vuelto a saber de ti desde aquella vez en que nos encontramos en Arizona para combatir al Camaleón»… por ejemplo—.

Incluso, en los años 70, el Hombre Araña protagonizó Marvel Team–Up, una colección en la que cada mes se encontraba con otro héroe o heroína de la editorial y juntos combatían a algún villano. Esta serie, claramente secundaria dentro de los títulos del personaje más popular por entonces, sirvió para dar a conocer a nuevos autores y a nuevos aliados y contrincantes de la época —el nuevo uniforme de X, la nueva versión de Y… que, casualmente, debutan en su propia serie el mes próximo y aquí lo vas a poder ver compartiendo viñetas con Spiderman—.

En la práctica, la reunión de personajes también ha sido muy importante en su propia biografía. La aparición de los Cuatro Fantásticos resultó fundamental para que Peter Parker se librara del traje simbionte, y la joven Wanda Maximoff, que debutó como enemiga de los X–Men, llegaría a convertirse en uno de los pilares básicos de los Vengadores y, en definitiva, de todo el Universo Marvel.

De modo que sí, había que leerse todo o subirse al tren sobre la marcha. Si empezabas tu viaje con la editorial por un número cualquiera que encontrabas en el quiosco, lo más probable era que los personajes hicieran referencias a una versión alternativa de sí mismos con la que se habían pegado un año atrás, una boda entre héroes que un demonio deshizo con sus poderes mágicos, unos hijos secretos que nadie tenía claro si de verdad eran suyos, unas mutaciones descontroladas, un viaje en el tiempo o algo igual de difícil de entender para un neófito.

Y es que esa ha sido desde siempre la gracia de los universos cohesionados. No ha habido números independientes y sencillos de leer desde los primeros cómics de la editorial, y ya entonces iban mezclando conceptos a una velocidad sorprendente. Porque no son historias para el lector ocasional, sino para crear seguidores a ultranza. Son fábricas de lectores empedernidos, frikis para toda la vida que irán pregonando su adoración por Spiderman, o los valores de familia que transmiten los 4 F, o lo necesario que es ver unidos a los Vengadores aunque no se soporten en su día a día.

Esta es la magia de Marvel, y es justamente lo que podemos ver en el cine. Yo, por mi parte, no me quiero perder lo que puede dar de sí el team–up más marveliano de esta época.

Más reflexiones absurdas, héroes compartidos y universos cohesionados en este enlace.