Tal día como hoy del año 1955, una mujer negra llamada Rosa Parks se negó a cederle el asiento a un joven blanco en un autobús público en Montgomery, Alabama, en pleno sur de los Estados Unidos, y eso le supuso una detención y acabar en la cárcel. Este gesto tan significativo motivó al reverendo Martin Luther King para promover una movilización en contra de la segregación racial en los transportes públicos, que consistió en que la gente de color no subiera a los autobuses y viajara por sus propios medios. Esto a su vez hizo que los autobuses dejaran de tener clientela (ya que los negros suponían la inmensa mayoría), lo que arruinó sus cuentas y provocó que la empresa de transporte público presionara al Gobierno de los Estados Unidos para eliminar la segregación por asientos. Finalmente el tema alcanzó el Tribunal Supremo, que en 1956 declaró anticonstitucional la segregación racial en los transportes públicos.
Rosa Parks es considerada madre del movimiento moderno por los derechos civiles, y todo un símbolo por su gesto de no rendirse, de no aceptar las leyes que se consideran injustas, de no agachar la cabeza ante la discriminación.
La moraleja de esta historia es que nunca sabemos lo fuerte que somos hasta que nos unimos y peleamos por aquello que merece la pena. Y que los grandes ideales perviven incluso más allá de quienes los defienden.