Tal día como hoy de hace treinta y seis años, John Lennon fue asesinado.
El músico, compositor, símbolo del pacifismo y activista recibió cuatro disparos por la espalda de los cinco que disparó el demente Mark David Chapman, quien después de hacerlo se sentó a leer «El guardián entre el centeno» hasta que fueran a detenerlo. Chapman fue condenado a cadena perpetua y, treinta y seis años después, no le ha sido revocada esta sentencia, más que nada por la premeditación con la que estudió a su víctima y planificó el asesinato. Yoko Ono ha manifestado en repetidas ocasiones que no podría soportar el hecho de que pusieran en libertad a Chapman. Eso haría reabrir las heridas después de este tiempo, tanto para ella como para los hijos de Lennon.
John Lennon fue un visionario, un creador único y atemporal como pocos ha habido. Su genio marcó su época entera y su influencia se nota de manera palpable hasta nuestros días, no sólo en la música, sino en la defensa del pacifismo o en su forma de plantear la vida.
Hoy hace treinta y seis que lo mataron. ¿Qué habría sido del mundo sin esa muerte, la de Luther King, la de Lorca, la de Kennedy…? ¿Se habrían producido tantas guerras como hubo después? ¿Habríamos contemplado tanto horror?
Quizá su cuerpo ya no esté, pero aún nos queda la opción de soñar con un mundo con Lennon, un mundo en el que nadie deba sufrir, en el que los Gobiernos velen por ver cumplidos los sueños de sus conciudadanos.
Y por encima de nosotros, sólo esté el cielo.