Ya ha pasado el día de mi cumpleaños, y hoy toca dejar que el polvo se asiente y mirar qué ha quedado en pie después de la fiesta. Ha pasado un año más, sin duda uno de los más intensos. Y al ritmo que va esta vida, no sé qué emociones quedarán aún por delante. Desde luego, últimamente llevo unas cuantas, y temo que me esté enganchando a ese ritmo de vivir las cosas. Siempre fui un poco hiperactivo, pero en los últimos dos años ya no puedo quemar más rueda.
Ahora hay una novela en la calle, «La reina demonio del río Isis», una extraña locura poblada por piratas, brujas, espías y un fabuloso burdel árabe en 1852, donde el bien y el mal se deciden en función de cuántas monedas te queden en la bolsa. Estoy muy satisfecho con la historia, pero más aún con el trabajo que ha realizado Editorial Trymar, y la infinita paciencia con la hiperactividad de la que hablaba en el primer párrafo. El mundo literario es complejo, pero aún lo es más el mundo editorial, en el que un despliegue como el que están haciendo no resulta nada fácil. Por cosas como ésa me siento increíblemente afortunado, e infinitamente agradecido.
2017 será un año de trabajo duro y de satisfacciones, el Tour «Reina demonio» continúa, y hay muchas actividades más preparadas. Una presentación en Pontevedra y otra en el CulturGal han abierto la veda, y ahora se atisban ya eventos en Vigo y A Guarda.
La novela es joven, mientras yo soy un poco más viejo, anquilosado y huraño. Tengo mal carácter, contesto mal y me enfado con facilidad. Pero este año he aprendido cosas muy valiosas. He descubierto más de lo que valgo como persona, me he conocido mejor y me he querido como nunca. He redescubierto lo importante que es la gente que me rodea, las personas tan maravillosas que tengo, y que se empeñan en quererme un montón, a veces incluso en contra de mí mismo. Ése es el verdadero tesoro de esta vida, y pienso cultivarlo como nunca.
Pienso devolver a la gente todo ese cariño que me han dado, o al menos intentarlo. Tengo todo un año por delante para conseguirlo.