«¡POR LOS DIOSES»
LA HISTORIA DE NILIDIA (RESUMIDA) A TRAVÉS DE SUS MITOS
Por Allan Walker, periodista e historiador
Publicada originalmente en The New York Times Magazine el 9 de marzo de 1930.
Uno de los libros más curiosos de la literatura nilidia es «El hacha», de lady Iris Zimbalist, publicado en Inglaterra en 1869. En él se presenta la extraña teoría de los Caballeros de Azura, que tanta polémica ha despertado hasta nuestros días. Curiosamente, lady Iris nunca pisó el continente africano, y las opiniones que vuelca en sus obras acerca del pasado nilidio provienen de las numerosas sesiones de regresión hipnótica que realizó a lo largo de su vida. Sin apenas salir de su mansión familiar en los escasos sesenta años que permaneció en este mundo, lady Iris afirmaba recordar más de veinte vidas pasadas, de las que escribió datos que luego han resultado ser reales. Bien como sirvienta de Lucrecia Borgia, esclava de Cleopatra, gladiador en el circo romano, operario en la construcción del Nautilus o trabajador en las minas nilidias de Fawar, estos supuestos recuerdos dormidos fueron volcados en su serie de libros «Mis anteriores yo», traducidos a más de treinta idiomas. La fama de la escritora inglesa ha atravesado el globo, convertida en adalid de la hipnosis como medio de autoconocimiento, igual que de exploración del medio. No sin razón es considerada la única conquistadora de África que nunca salió de su propio país.
El artífice de tales milagros fue su terapeuta personal, el reputado hipnólogo Marcus Zimmer, que ya había realizado trabajos similares consigo mismo y otras personalidades de la intelectualidad europea. Algunos de los tratados que ha elaborado Sigmund Freud empleando la hipnosis provienen de lo que había investigado previamente Zimmer (1).
«El hacha» es el cuarto libro de la serie «Mis anteriores yo», y habla de tres ocasiones en las que lady Iris afirma haber vivido en la cuenca del río Isis, y lo que vio entonces.
En la primera de ellas refiere haber sido Anaruk, escriba oficial de un gran imperio que entonces ocupaba el centro de África, en una isla en mitad de un gigantesco mar interior, alrededor del año 10.000 o 15.000 antes de Cristo. Lady Iris denomina a este imperio Urm, empleando un vocablo proveniente de la lengua ancestral de los nómadas alai —urm es el nombre de su primera vocal, de modo que se cree que llamaron así a su antigua patria por considerarla el primer reino de la historia de la humanidad—. El concepto zimbalistiano de Urm coincide con la Azura de sir William McKenzie (2), pero aportando muchos más datos. A través de la voz del escriba Anaruk, lady Iris narra el día a día en la corte del rey Thoruk, padre de Murtaka —protagonista del poema del siglo XIV La Épica de Murtaka, del que ya hablamos en capítulos anteriores—. Thoruk era conocido como el rey loco, último representante de la sagrada genealogía de reyes dioses de Urm, cuya sangre se encontraba tan diluida por los sucesivos emparejamientos con humanos que ya apenas quedaba nada de la nobleza original. Thoruk era un ser caprichoso, infantil e intransigente, por cuya actitud se enfadaron los dioses primigenios, el dios solar Resu y su hermana Kho, gobernantes del cosmos. Ambos juzgaron lo que Thoruk estaba provocando en el reino, y su decisión fue terminar con el linaje real de la manera más sencilla: volver estéril al monarca. Al no poder tener descendencia, todo el reino se tambalearía, causando su desaparición. En aquellos tiempos, el reino sólo se entendía bajo un gobierno teocrático, tal y como más tarde ocurriría en Egipto, y, si los dioses retiraban sus favores, la familia real dejaba de tener sentido. Sin embargo, Thoruk hizo algo que nadie esperaba: negó su esterilidad y presentó a un joven noble, Murtaka, como su hijo secreto, fruto de una relación ilícita con una dama de la alta sociedad. El caos se adueñó del reino, pues en realidad todos sabían que esta afirmación era falsa, pero nadie tenía pruebas que lo demostrasen.
Éste fue el detonante de la guerra de sucesión de Urm.
Lady Iris fue una autora muy valiosa, al aportar varios conceptos fundamentales a nuestra cosmogonía nilidia: en primer lugar dota al futuro rey Murtaka de un trasfondo político del que nunca habíamos tenido noticia. En la Épica de Murtaka se habla de cómo este rey apenas poseía sangre de dioses, debido a los matrimonios sucesivos con humanos durante muchas generaciones, y eso provocó la caída del imperio. Sin embargo, ¿cómo fueron sus ancestros, los inmediatamente anteriores a él? Lady Iris muestra al rey Thoruk como veleidoso e incapaz de asumir los asuntos de gobierno, y del padre de éste nombra cualidades parecidas, aunque no tan manifiestas. Fue el infantilismo de Thoruk el que le llevó a negarse a abandonar el trono, inventando la existencia de ese hijo secreto para justificarse a sí mismo. Todo el reino se dividió entre los partidarios y detractores de Murtaka —que eran, en el fondo, partidarios y detractores de Thoruk—, incluyendo el Consejo de Gobierno de Urm, cuyos miembros se vieron obligados a posicionarse.
Aquí es donde lady Iris incluye el segundo elemento de su aportación al mito: los Caballeros de Azura. La autora, en palabras del jefe de escribas, explica que el Consejo de Gobierno tenía a sus miembros escindidos en dos grupos según su sexo, a los que ella denomina Órdenes de Caballería, por ser el antecedente más antiguo de estos grupos militares del Medievo. Parece ser que, por un lado, se hallaban las Amazonas de Margala, provenientes del frondoso norte del reino, jinetes ágiles acostumbradas a las competiciones, y que rezaban a la diosa Kho, personificación de la luna. Enfrente pudo ver a los Caballeros de Sadran, nacidos en el desierto y educados para los viajes y la guerra, rindiendo pleitesía al dios solar Resu (3). Ambas Órdenes estaban conformadas por seres nobles y sabios, y por ello habían sido elegidos para aconsejar al rey. Sin embargo, llevaban enfrentadas desde siempre, pues su naturaleza era absolutamente contraria, y en la guerra de sucesión llegaron al derramamiento de sangre. Los Caballeros de Sadran, leales al trono de Urm más allá de cualquier duda, atacaron el Templo de la Diosa con el fin de obtener la reliquia que daría el gobierno a Murtaka: la Labrys de Urm.
Éste es el último de los elementos propios de la mitología zimbalistiana, y sin duda el más original. La Labrys es uno de los objetos más antiguos de los que se tiene constancia, un hacha de doble filo que representa la dualidad del ser humano: bien y mal, masculino y femenino, sol y luna. Se piensa que la Labrys era una reliquia sagrada que empuñaban las sacerdotisas de la Diosa Madre en los primeros rituales de la Humanidad, sacrificando animales fieros como el toro o a los enemigos del rey de Urm, simbolizando que incluso los más poderosos eran sometidos por la nobleza de la Corona. También era el emblema de la unificación del reino, pues todo ciudadano de Urm, por diferente que fuera, se sentía acogido bajo la protección de su rey, en cuya mano lucía la Labrys y con ella dominaba el mundo entero. Lady Iris afirma que incluso los elementos del cielo y la tierra obedecían al portador de la Labrys, y que por eso con frecuencia los reyes de Urm han sido representados como dioses del trueno y la tormenta. De hecho es frecuente esta caracterización en la mayoría de mitologías antiguas: el nórdico Thor con su martillo Mjolnir, el hinduista Indra empuñando el relámpago vvashra, la labrys que manejaba Hipólita, reina de las amazonas, y que después blandió el propio Zeus, recibiendo por ello el nombre de Zeus Labrandeus…
Bajo la protección de la Labrys de Urm era coronado cada uno de sus reyes, y en su mano era depositada ésta por la Suma Sacerdotisa de la Diosa Madre Kho, para que el rey guiara a su pueblo con sabiduría y unidad, poniendo bajo su mando todos los elementos del cielo y de la tierra, así como todos los hombres y mujeres del reino.
Sin embargo, las Amazonas de Margala habían sido advertidas de que el rey Thoruk era estéril, y por tanto que aquel asunto al completo era un engaño a Urm. Ellas se negaron a entregar la Labrys al príncipe Murtaka, bloqueando de este modo su acceso al trono. El reino entero se estremeció, pues sin Labrys no podría haber un rey legítimo, y sin éste todo Urm estaba en peligro. Para remediarlo, Setesh, Sumo Sacerdote del dios Resu y Señor de la Orden de Sadran, ordenó recuperar la Labrys a cualquier precio, aunque tuvieran que matar a todas las Amazonas de Margala.
Y así fue como ocurrió.
La, Suma Sacerdotisa de la Diosa Madre, se plantó en la puerta del Templo Dorado a la cabeza de su ejército, dispuesta a defenderlo a cualquier precio, pues entendía que con ese acto estaba defendiendo la verdad. Murtaka no pertenecía al linaje de los reyes dioses de Urm, eso todos lo sabían, y no pensaba cejar en su empeño por demostrarlo. La Orden de Margala defendía la creación de un Consejo de Sabios que gobernase el reino en ausencia de un rey, guiados por la ciencia, la libertad y la democracia. Fue éste el primer intento de la Historia por crear una nación verdaderamente democrática.
Sin embargo, la Orden de Sadran creía que ésa era una manera de traicionar a sus dioses, y que ellos, como defensores del trono, debían proteger a Murtaka hasta sus últimas consecuencias.
Las «últimas consecuencias» fueron las vidas de todas las Amazonas de Margala, la destrucción del Templo Dorado y la mayor muestra de crueldad con el vencido que ha habido nunca, pues, ni siquiera en la derrota, las Amazonas estaban dispuestas a entregar la Labrys, y hubo que arrasar media ciudad para hallar dónde la tenían escondida. Setesh localizó la cripta secreta en la que habían protegido la reliquia, en las profundidades del mar, junto a los cuerpos de los diez reyes del sagrado linaje de Urm. Nadie más que ellas tenía permitido bajar allí, pues las Amazonas eran las guardianas del saber ancestral y de los restos humanos de aquellos reyes dioses. Por eso habían guardado allí la Labrys.
En su libro, lady Iris cuenta que Setesh empuñó el hacha y en ese instante vio todo el mal que había cometido, y que hasta entonces había pensado que era por un bien mayor. Entendió que ningún reino vale la vida de una sola persona, que es más importante hacer el bien que llevar razón, y que los reyes no se convierten en dioses por la sangre que corra por sus venas, sino por la nobleza de sus actos.
Setesh entregó a Murtaka la Labrys de Urm, y con ella el trono, pero también le entregó todos los archivos de las Amazonas y le enseñó su sabiduría ancestral, para que no se perdieran. Murtaka se sintió maravillado con el conocimiento que esas mujeres habían atesorado durante tanto tiempo, y se cuenta que él se nombró a sí mismo «El Último Caballero de Margala», y en adelante sus enseñanzas se propagaron por todo el mundo.
Setesh, avergonzado de sus actos, arrojó los cuerpos de las Amazonas al gran mar interior de Urm, y de él nació un gran río que en cada atardecer se volvía rojo, por la sangre de las Amazonas que fluía en sus aguas. Y de aquel río brotó el cuerpo de la diosa Isis, que personifica el saber, el amor y el cariño, que a veces resultan incomprendidos.
Cuando el brillante reino se hundió en el olvido, Murtaka comprendió que él también había cometido terribles maldades, y rezó para que el mundo fuera un poco mejor sin él, que no repitiera sus fallos y que pudiera ser feliz, sin tronos ganados a costa de sangre ni personas sabias asesinadas por sus ideales.
La Historia nos demuestra que el sueño de Murtaka nunca se ha hecho realidad.
REFERENCIAS
- La figura de Marcus Zimmer es una de las más complejas que ha dado el siglo XX. Antiguo sacerdote jesuita, historiador, ensayista, mago, hipnotizador y masón, recorrió toda Europa con su espectáculo de regresión hipnótica antes de verse obligado a escapar a América, perseguido por la Sociedad Thule, tras haberse opuesto públicamente Zimmer a sus teorías sobre Hiperbórea. Conocido en los círculos ocultistas como Frère Baphomet, fundó la llamada Sociedad Amanecer, grupo sectario y mafioso, relacionado con la trata de blancas en los años ochenta, lo que llevó a su disolución. Zimmer murió en 1997, como parte del gran suicidio en masa de la Sociedad en el rancho llamado El Templo, en California, que supuso el envenenamiento de cuarenta y cinco personas al paso del cometa Hale–Bopp, que consideraban un aviso del fin del mundo.
- Las descripciones de lady Iris Zimbalist sobre un imperio primitivo ubicado en una isla en un mar interior en el corazón de África parecen haber sido a su vez la inspiración para las novelas de Philip José Farmer que constituyen el ciclo de Khokarsa, publicado entre 1972 y 2012.
- Muchas religiones primitivas muestran este mismo esquema: dos poderosos dioses padres y a la vez hermanos uno del otro. Los fenicios Baal y Tanit, los griegos Zeus y Hera o los nilidios Raal y Shui son ejemplos de esto, entre muchos otros.