Nunca se es demasiado viejo ni se está demasiado herido para la poesía. Tu alma siempre albergará un resquicio de esperanza, una luz que palpita y una última oportunidad para el amor. Deja que arda, que te consuma, no te olvides a ti mismo, no te dejes ir.
En el Día Mundial de la Poesía, no podía por menos que recordar el que sin duda es mi poema favorito de todos los tiempos.
Dedicado a todos los que deciden no salvarse:
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Y de paso, dos versiones hermosísimas, para su pleno disfrute: