
Hay autores tan grandes que quedan sepultados por la grandeza de sus propias obras. En ocasiones nos olvidamos de sus nombres y tan solo recordamos a los personajes que crearon. Sherlock Holmes, Conan, Superman, el Capitán Trueno o Tarzán de los Monos. Su éxito es tan inmenso que se tragan a los artistas que concibieron sus aventuras.
Algo así le ocurrió a Alan Moore, al que persigue la sombra de sus comics más famosos: «Watchmen», «V de Vendetta», «La Cosa del Pantano», «La broma asesina», «Promethea» o «From Hell». Estos nombres aparecen mencionados de manera sistemática en cualquiera de sus entrevistas o en la reseña de cualquiera de sus obras. Da igual que hayan pasado décadas o que él mismo haya renegado de algunas de esas producciones. Marcaron de tal forma la industria del cómic que es imposible que se despegue de ellas.
Pero Alan Moore ha escrito muchas más cosas. Ha firmado novelas, cortometrajes y artículos de opinión. Recientemente ha sido noticia por el estreno de una película escrita e interpretada por él. Pero es que, incluso en la época en la que despuntaba con aquellos comics, también estaba participando en otros proyectos muy interesantes.
En 2020 se cumplen 25 años del estreno y única representación del monólogo «El amnios natal», y 20 de la publicación en España del cómic que lo adapta, ilustrado por Eddie Campbell. Ambos autores habían colaborado juntos ya en 1996 en la impresionante «From Hell», un estudio acerca de los crímenes de Jack el Destripador, vistos desde la perspectiva tan especial de Moore. Pero dos años después falleció en Northampton la madre del autor, víctima de un cáncer, en el mismo hospital en el que había dado a luz. Entonces era él quien acunaba el cuerpo de su madre y la vida se volvía un ciclo macabro. Entre sus pertenencias encontró algo muy extraño que había guardado su abuela: la membrana amniótica que recubría a su madre hasta el nacimiento. Un recuerdo manchado y viejo, pero que a Moore le sirvió de metáfora para crear algo único: un monólogo teatral leído por él, acompañado por efectos luminosos y la música de David J. y Tim Perkins. Una especie de homenaje a su madre, pero también al camino que sigue cada individuo para formarse como tal.

El amnios le sirvió a Moore como excusa para hablar del legado que nos dejan nuestros ancestros y el uso que hacemos de él. Nuestra evolución como personas, nuestro proyecto de vida y nuestra permanente transformación, con las presiones que ejerce la sociedad para controlarnos. Esa es la lucha de cada ser: dejarse doblegar por el control de fuera o crear su propia identidad, su ser por encima de los modos externos. Moore siempre se ha declarado anarquista, porque afirma que es el único sistema de gobierno que trata al individuo como un adulto, frente a la dictadura, en el polo opuesto, que lo trata como un niño pequeño. Todos sabemos realmente qué es lo que está bien y lo que está mal, y no necesitamos un sistema ético que nos lo indique. Pero, para ser verdaderos individuos autosuficientes, es necesario que miremos hacia nosotros mismos, que indaguemos en nuestro interior y evaluemos qué queremos construir a partir de eso. «El amnios natal» es un llamamiento a la búsqueda de la propia esencia, desde una perspectiva humanista y existencialista, que en el mundo actual adquiere más valor todavía.
Alan Moore interpretó una única vez esta obra, en el Old County Court de Newcastle–upon–Tyne, en la noche del 18 de noviembre de 1995. Y cuenta la leyenda que el ilustrador Eddie Campbell consiguió un CD con la grabación de esa obra, de manos del propio Moore, de quien se había hecho muy amigo a raíz de «From Hell». Entonces Campbell decidió llevar ese monólogo al cómic. No era un trabajo fácil, ya que toda la obra había sido escrita para el medio en el que se había representado. Pero la obra final se convirtió en una delicia de experimentación gráfica, en un juego de metaliteratura y de ensayo filosófico. Moore se convertía en bardo y en guía a lo largo del viaje iniciático. Las viñetas se rompían y se adaptaban a lo complejo del discurso.
Con frecuencia, las obras más significativas de un autor ahogan a las menos conocidas, sobre todo cuando se trata de un escritor que ha revolucionado el mundo del cómic como hizo Moore. Por eso conviene recordar esos otros momentos de gloria, a los que siempre es bueno regresar, por cualquier motivo. Bien porque lo recomienda una crítica, bien porque se cumplen años de su publicación o, mejor todavía, porque sí. Para pasar un buen rato. «El amnios natal» es una de esas obras con las que siempre merece la pena reencontrarse.
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