Historias asombrosas de la vida real: La torre que defendió Cambados de los ataques vikingos

Cambados es una villa marinera de la provincia de Pontevedra con una rica historia e incidentes de toda clase. En su territorio, de clima suave y agradable, recalaron fenicios, romanos, godos y musulmanes. La Edad Media fue una época dura para la población, con frecuentes ataques normandos que obligaron a imponer medidas de vigilancia.

Desde el siglo IX de nuestra era, llegaban a Galicia barcos provenientes de Normandía, cuyos tripulantes se dedicaban a saquear las costas. Eran piratas de procedencia danesa que se habían establecido en Francia y desde allí lanzaban frecuentes ataques armados a las costas de Inglaterra y la Península Ibérica. De esas intentonas surgieron hitos históricos tan importantes como la invasión de Inglaterra en el siglo XI, de la que habló sir Walter Scott en su novela «Ivanhoe».

Mientras, las villas gallegas se protegían frente a los saqueos. Uno de los símbolos más conocidos de aquella necesidad es la torre de San Sadurniño, de la que ahora solo tenemos sus ruinas. Situada en la conocida como isla de la Higuera o isla de San Sadurniño, albergó en su tiempo una doble función: por un lado servía para alertar, mediante luminarias, de la presencia de barcos enemigos en las proximidades; y al mismo tiempo actuaba como faro para las embarcaciones amigas, con el fin de que llegaran con bien a puerto.

No está claro el origen de esta torre. Algunos autores hablan acerca de la posibilidad de que ya los fenicios o los romanos hubieran levantado alguna construcción semejante, pero de la que sí que tenemos certeza es de la torre medieval, que data del siglo VIII o IX y que fue reconstruida por orden del obispo Diego Gelmírez en el siglo XII para darle mayor capacidad defensiva.

Fue destruida en el XV durante la revuelta irmandiña, para luego pasar a manos de Pedro Álvarez de Sotomayor, conocido como Pedro Madruga, y durante largo tiempo estuvo en poder de la familia Sotomayor.

Siguió en pie hasta 1755, cuando un gran terremoto la destruyó por completo. En la actualidad solo quedan dos muros parciales, que sirven de monumento a aquellos tiempos inciertos, en los que el mar les daba la vida, el alimento y la riqueza, pero también el miedo permanente a esos terribles asesinos que llegaban de costas lejanas y en cualquier momento podría llevarlos al desastre.

Hoy en día constituye un lugar de visita obligada en el municipio de Cambados. Pasear por el estrecho puente que lleva a la isla y compartir esas vistas, que tantos pueblos del pasado disfrutaron en un momento o en otro, es una delicia impresionante.

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